jueves, 11 de agosto de 2011

Caracas y La Guaira se unen en el Ávila

EL NACIONAL - Domingo 07 de Agosto de 2011 Ciudadanos/1
 Ciudadanos
ESPARCIMIENTO La Fundación Historia, Ecoturismo y Ambiente cumple cuatro años
La ruta Los Fortines del Ávila al Atardecer permite disfrutar de fastuosos miradores naturales
LILIA MALAVÉ G
lmalave@el-nacional.com
La vertiente norte del cerro Ávila esconde un paraje desde el que es posible contemplar el atardecer más bello imaginable. Es el Castillo Negro, cima que albergó hace tres siglos uno de los fortines que formaron parte del sistema creado por los conquistadores para defender Caracas.
Hoy, sólo quedan los cimientos, pero el lugar es un oasis: de un lado se observa el mar Caribe con un paisaje sin mácula y del otro, el oeste capitalino como una postal, en un silencio que sólo la naturaleza puede ofrecer.
Subir a la cumbre es posible gracias a la iniciativa de la Fundación Historia, Ecoturismo y Ambiente, ONG que se dedica a la creación y promoción de recorridos turísticos a precios económicos y al rescate del valor patrimonial de sitios que, por ser parte de la cotidianidad de los caraqueños, no se consideran importantes como opción de esparcimiento. "Queremos enseñar la historia desde el lugar de los hechos", explica Derbys López, miembro de la organización.
Con motivo de la celebración del cuarto aniversario, Fundhea ofrece la ruta Los Fortines del Ávila al Atardecer, que permite adentrarse en la montaña, conocer su historia colonial y recrearse con privilegiados paisajes.
No hay que ser alpinista.
La ruta comienza en Puerta Caracas. "Se sube por el Camino de los Españoles, que data del siglo XVII y fue utilizado hasta 1845 como ruta militar y de comercio, que conectaba con La Guaira", recuerda López. La construcción del primer trazado de la carretera vieja Caracas-La Guaira lo condenó al desuso, pero aún ofrece excelentes miradores naturales. La primera parada es la capilla Campo Alegre, levantada en el sector homónimo en 1950.
Uno de las metas de Fundhea es facilitar el desarrollo de las comunidades asentadas en cada ruta, por eso el recorrido se hace en los vehículos rústicos de la Unión de Conductores Castillos del Ávila. "Involucramos a los pobladores para incentivar su desarrollo. También somos conscientes de que hay personas sin la condición física para subir a pie", afirma.
A través de intrincados senderos se llega a la segunda estación, Los Dos Caminos, que permite la vista del centro-oeste de la ciudad y de los huertos de la población de Sanchorquís, enclavada en la montaña.
Los habitantes del Ávila viven de los cultivos de brócoli, cebollín, lechuga y flores.
El paisaje que esas plantaciones ofrecen forma parte del atractivo del recorrido, como lo demuestra la tercera estación, el pueblo de Hoyo de la Cumbre, donde la siembra se hace en terrenos sin cercas. "Cada vecino conoce los límites de su propiedad. Es distinto a Galipán, pues aquí aprecian el valor de la vida tranquila y no están dispuestos a cederlo a cambio de un turismo que implique depredación. Esto es turismo sustentable", asegura López.
En esa parada, los excursionistas pueden entrar a los huertos y disfrutar del frío en el punto más alto de la parroquia Maiquetía, así como comprar algo para merendar en la bodega.
El puesto de guardaparques El Fortín es la cuarta parada.
Hasta allí llegan los rústicos.
En la meseta están las ruinas de la fortaleza de San Jorge de La Cuchilla, que data de 1770 y fue demolida en la guerra independentista. "Realistas y patriotas destruían los fortines después de perderlos, para que el oponente no pudiera usarlos", relata.
En la cumbre es posible acampar. "Aquí llegan muchos excursionistas y realizan convivencias espirituales", afirma José Martínez, guardaparques. El lugar se presta para ello, pues hay una ambiente de paz aderezado con la visión del intrincado sendero que conduce a la última estación, el fortín Castillo Negro.
La Atalaya es el pasaje que separa ambos fortines. Media hora de caminata por un sendero de espesa vegetación conduce a la cima en Castillo Negro, a 1.500 metros sobre el nivel del mar. La subida no es fácil, aunque no es necesario ser deportista para alcanzar la meta. Al final, el paisaje es la recompensa, pues del fortín sólo quedan los cimientos.
El lugar es adecuado para descansar e hidratarse ante una vista que magnifica su esplendor al atardecer: el rojo del ocaso impregna mar y ciudad lentamente, hasta transformarse en el negro que obliga a emprender la bajada. A 15 minutos de caminata, los rústicos esperan para llevar a los excursionistas hasta la estación El Silencio del Metro.

La ruta Los Fortines del Ávila al Atardecer es un es un paseo que pocos venezolanos han disfrutado. Desde ese punto de la montaña se puede contemplar de un lado a una Caracas encantadora y del otro la imponente vista al mar en La Guaira. Los Recorridos, propicios en tiempos de vacaciones, son organizados por la Fundación Historia Ecoturismo y Ambiente, que cumple cuatro años de fundada.

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